Me aferro de las escasas
sombras que habitaste
alguna vez y para siempre
nombradas en susurros saboreados
Aprisiono con vehemencia sin
asfixiar tus horas casi
transparentes de tanto contarlas
con estas oscuras yemas de silencio
Y me encierro para que
nada invada tu voz clara en
el refugio nocturno codificado
de los que hablan imaginándose
Y atesoro para vos y nadie más
las huellas primeras impresas para
que recuerdes los instantes previos
los breves precedentes de la locura
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